"Cromañon nos pasó a todos" Sábado 13 (22 hs) en El Sábato (UBA)
Hay frases que no sólo abren una canción: abren una herida. “Hace mucho tiempo escucho voces y ni una palabra” vuelve a sonar en mi memoria apenas se apagan las luces.
Es inevitable: “Una noche fría” no funciona como simple telón de fondo; es un eco que sigue temblando en un país que todavía aprende a hablar de sus silencios. Callejeros (ese emergente que supo traducir la furia, la precariedad y la fe barrial después del 2001) aparece en la obra, como un latido colectivo más que como una banda. Su música vuelve a recordarnos que hubo una generación que encontró en esos acordes la posibilidad de un destino común.
Cromañón, nos pasó a todos, de Gustavo Moscona, no se propone reconstruir una cronología. Va directo a la piel. Es una peregrinación emocional hacia ese “templo” que alguna vez fue fiesta, desahogo y barrio, y que terminó convertido en un laberinto de humo, golpe de puertas y asfixia. Los actores corren, chocan, empujan el aire como si todavía buscaran una salida. No representan: reviven la desesperación. Y uno, parado y cerca de ellos, siente que cada carrera corta un poco la respiración. Las sensaciones son fuertes, no es para cualquiera.
El dispositivo escénico alterna entre el juicio a los acusados de la tragedia, la voz áspera de la bronca de los que pedían por justicia y la reconstrucción íntima de los pibes que quedaron en el camino. No hay golpes bajos: solo hay verdad. Fragmentos de vidas mínimas, sueños truncos, detalles que sobreviven al olvido como estrellas fugaces perdidas.
El elenco trabaja desde lo físico, como si el cuerpo fuera un archivo donde todavía vibran el ruido, el miedo y ese intento de encontrar oxígeno donde ya no lo había.
Pero es en un gesto mínimo donde quizás la obra alcanza su nudo más desgarrador. Una mujer muestra una zapatilla comprada en una feria, hallazgo casual que transforma en un objeto de colección. Al descubrir que pertenece a una de las víctimas, el recuerdo se vuelve peso, culpa, llamada. La zapatilla ya no es un objeto: es un símbolo que exige retorno, reparación. La escena en la que ella intenta devolverla al santuario improvisado en las ruinas del boliche, es de esas imágenes que se incrustan y no se van fácilmente. Una especie de duelo interrumpido que busca, de alguna manera, volver a empezar.
Cromañón nos paso a todos, es teatro que pulsa. No busca cerrar la herida, sino recordar que sigue ahí. La música aparece como memoria que vuelve (con cánticos, melodías, gritos quebrados en los que el público es parte) y los actores sostienen ese clima con abrazos que contienen tanto como duelen.
La tragedia se vuelve rito, y el rito se vuelve necesidad: la de no olvidar, la de seguir pidiendo justicia, la de entender que esos cuerpos ausentes todavía hablan a través de quienes estamos para contarlo.
En el final, uno sale con el pecho apretado pero vivo. Y quizás ésa sea la mayor fuerza de la obra: recordarnos que Cromañón no fue un episodio aislado, sino un espejo incómodo que nos sigue pidiendo que veamos allí, nuestro propio reflejo.
Cromañon nos pasó a todos, se presenta en El Sábato, Centro Cultural este Sábado 13 a las 22 hs. Entradas en Alternativa Teatral
Informe de Adrian Maglieri para Identidad PLay
FICHA TÉCNICA
Elenco: Silvina Arditi, Alejo Tofé, Alicia Mendoza, Ana Mancini, Camila Berguier, Carla Ricca, Catalina Albanese, Coco Gómez, Gabriel Crespo, Gerardo Centurión, Gustavo Leiva, Jazmín Duarte, Julieta Robino, Pablo Olarticochea, Tomás Romano, Valentino Curcio, Zalo Maidana.Dirección general: Gustavo Moscona
Puesta en escena: Mariela Bonilla
Fotografía: Mario Carrasco
Producción: Graciela Pieresko
Prensa: Kevin Melgar (0KM Prensa)
Redes Sociales: Aylém González (0KM Prensa)

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